No sé en qué lugar del planeta se encontraron por primera vez, pero desde entonces lo han recorrido juntos y decidieron que el mejor lugar para celebrar su Destination Wedding era en España.

 

Enamorados de Madrid y de sus calles, hicimos una sesión de pareja muy urbana por el Madrid más castizo. Pasamos una tarde súper divertida haciendo un reportaje natural y sin posados por la zona del Palacio Real de Madrid. Me encantó hacer de anfitriona en mi ciudad y enseñarles un poquito de nuestra historia, nuestra arquitectura y el arte que se respira por las calles de Madrid.

 

Luego llegó la pandemia y tuvieron que posponer su gran día una y otra vez... pero por fin el pasado 31 de agosto pudieron celebrar su boda en Riaza. Nunca les llegué a preguntar por qué eligieron Riaza, pero viendo como disfrutaron y como ha quedado su reportaje creo que no podían haber elegido un lugar mejor.

 

Como toda boda internacional que se preste, los invitados llegaron desde varios puntos del mundo hasta la boda de Aurore y Philipp en Riaza. Tras la pandemia, el reencuentro fué mucho más esperado que nunca, la emoción se respiraba en el ambiente, (yo misma me emocioné en varios momentos ese día).

 

Aurore empezó a ponerse nerviosa mientras sus amigas la ayudaban a ponerse el vestido que diseñó Leyre Valiente para esta ocasión. Philipp por su lado, estaba arreglandose unos metros más lejos en otra de las habitaciones del Palacio de Esquileo. Yo corría de una habitación a otra, piso arriba, piso abajo, para no perder detalle de lo que ocurría en cada una de las habitaciones.

 

A la una en punto, bajo un sol abrasador, llegaba Aurore a la iglesia Nuestra Señora del Manto de Riaza, Philipp había llegado media hora antes (ahí se notó la puntualidad europea), y los invitados esperaban dentro ansiosos de ver entrar a la novia.

 

De la ceremonia qué os voy a contar, las palabras se quedan cortas. Fué una ceremonia súper emotiva, Aurore y Philipp estaban felices, nerviosos, resplandecientes.. Y a pesar de las mascarillas se veía por la expresión de los ojos que todos los invitados estaban felices de poder estar ahi.

 

A la salida les esperaba una furgoneta vintage que conducía un sonriente y dispuesto Yorka de Yorkawagen. Una carretera comarcal desierta, un cielo azul, las montañas de fondo, una furgoneta molona y unos novios aún más molones ¿Qué más se puede pedir para hacer un reportaje alucinante? Bueno, puestos a pedir hubiera pedido un aire acondicionado portátil pero no se puede tener todo en esta vida.

 

No estuvimos más de 20 minutos haciendo las fotos de pareja después de la ceremonia, Aurore y Philipp estaban deseando volver al Palacio de Esquileo para disfrutar de la fiesta con sus invitados. Eso sí, durante esos 20 minutos me volví literalmente loca haciendo fotos. Cada encuadre era mejor que el anterior, el viento hacía maravillas con el vestido de Leyre Valiente y los novios estaban tan felices, que no notaban que yo estaba allí, a pocos metros de ellos, dándole al disparador sin parar para poder congelar el tiempo, y que esos instantes juntos, justo después de casarse, pudieran ser eternos. 

 

Lo que ocurrió a continuación os lo podéis imaginar, abrazos, besos, sonrisas, reencuentros, lágrimas de emoción, carcajadas, comida, bebida, brindis, baile, copas, más risas, fiesta, más abrazos, más besos...

 

Y aunque no os lo creáis, un frío de mil demonios. Mira que me lo advirtieron al llegar al Palacio de Esquileo... Si una cosa he aprendido de esta boda, es que en Riaza,aunque sea agosto y el termómetro alcance los 40 grados a mediodía, de noche cae en picado la temperatura y si no llevas ropa de abrigo corres el riesgo de morir congelado. A Aurore, Philipp y a sus invitados ese frío parecía no afectarles....