Con Claudia y MIguel fue amor a primera vista, y no me refiero a su historia de amor, me refiero a nuestra historia con ellos. Íbamos a hacer las fotos de la boda de Silvia, una de sus mejores amigas, así que enseguida nos quiso conocer y desde el minuto uno, supo que también haríamos las fotos de su boda con Miguel al año siguiente.

 

Si hay algo que tenían claro Claudia y Miguel era que querían que su boda fuera un fiestón, no querían preocuparse por nada ese día, así que preparamos muy bien su boda antes para que no tuvieran que estar pendientes de nosotros. Y así fue, una fiesta de principio a fin, disfrutaron de cada minuto, y fue como si no estuviéramos ahí.

 

Ya durante los preparativos, en casa de sus respectivos padres, empezaron a llegar todos los amigos con botellines y botellas de champán. Los brindis empezaban cuando la madre de Claudia aun estaba abrochando los últimos botones del vestido que María Baraza había diseñado para Claudia.

 

 

La novia llegó "a lomos" de un Jeep a la ceremonia en la pequeña ermita de la Moraleja. Después de una ceremonia emotiva y con algunas risas de por medio (como cuando Claudia hizo el gesto de victoria tras el si quiero) a la salida sus amigos tenían preparada una sorpresa muy especial para el novio, una tradicional salida de sables, pero con palos de golf. 

 

Y llegó el momento de ir a la finca Las Jarillas, a las afueras de Madrid, para disfrutar del resto del día celebrando que Claudia y Miguel se habían casado. Y tal como prometieron, sería un fiestón desde que los novios llegaron al cóctel con una música digna de cualquier discoteca de Ibiza, hasta que se apagaron las luces después de 5 horas de barra libre.

 

¿Qué pasó entremedias? 

 

Pues ya os podéis imaginar, risas, bebida, abrazos, comida, felicidad, buena música, emoción, sorpresas, brindis..y fotos, ¡miles de fotos! 

 

No podríamos dejar de contar su historia, era su día, explotaban de felicidad, y no podíamos dejar que todas esas sensaciones, todas esas emociones se difuminaran con el paso del tiempo. Teníamos que congelar cada instante para que pudieran volver a disfrutar de su boda a través de los años.

 

Y ahora me encantaría compartir contigo cómo fue el gran día de Claudia y Miguel.